¡Bienvenidos a la ciudad de la cerveza y capital del whisky! ¡Bienvenidos al país de los tréboles, las arpas, los leprechauns y las leyendas!

Según dicen, a los dublineses les encanta inventar leyendas, por eso por cada lugar que visites te vas a llevar al menos dos leyendas, algunas tan insólitas que te vas a quedar con dudas sobre su veracidad, pero como escuche en estos días en Dublín «Un poco de verdad no estropea una bonita historia».

Para visitar Dublín:

A pesar de ser capital, Dublín es una ciudad pequeña. Se recorre fácilmente en un par de días. Lo negativo es que, generalmente todos los monumentos, museos y parques abren relativamente tarde y cierran temprano, incluso en verano. Sumado a que en todos los casos el último ingreso es media hora antes del cierre, reduce bastante el horario disponible de visitas. Lo positivo de eso es que la vida nocturna empieza temprano, y tranquilamente a las 5 de la tarde ya podes estar tomando una pinta con buena música en Temple Bar.

En fin, en general los horarios son de entre las 9 – 10 a.m y las 16:30 – 18 p.m según la época del año, por lo que es altamente recomendable llevar un plan de visitas para aprovechar al máximo el tiempo y los lugares que la ciudad ofrece.

¿No tenes tiempo de armar la visita? No hay problema, no tenes más que seguir la Dubline, la línea verde en el suelo o los varios carteles por toda la ciudad que te lleva uno por uno a los lugares más importantes de la ciudad.

Otra buena idea para aprovechar el tiempo y el echo de que Dublín se recorre fácilmente a pie es contratar algún tour guiado para conocer más a fondo la ciudad. Yo conseguí sumarme a uno gratuito y estoy 100% satisfecha con la decisión, además muchas de las curiosidades que cuento acá las saqué de ahí.

Algo que es importante saber es que la ciudad está dividida por el río Liffey en norte y sur. La mayoría de los atractivos, edificios históricos y monumentos se encuentran en el lado sur de la ciudad, por lo que es conveniente encontrar un hotel/casa/hostel que directamente quede de ese lado. Además, la ciudad está separada en «distritos», los más céntricos son el 1, 2, 3 y 8 (sí, no pega pero es el 8).

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Desde el norte

Llegar a la ciudad:

Salvo que vayas a Dublin desde Irlanda del Norte no podrás llegar por medios terrestres a Irlanda, y salvo que te cruces en barco desde alguna isla cercana, va a ser necesario que tomes un avión hasta la ciudad. Solo tiene un aeropuerto así que no hay margen de error.

Viajando desde España y con pasaporte Argentino, que es mi caso, e Italiano que es el caso de mi novio, tuvimos que pasar por control, al igual que cuando fuimos a Inglaterra (incluso antes de que abandone a la UE), así que intuyo que es una medida general que de todas manera no representa más de unas preguntas sobre por qué fuiste y cuánto y dónde te quedas.

Una vez allí llegar hasta el centro es súper fácil y nada caro. Saliendo del aeropuerto hay varias ofertas de autobuses que en menos de media hora te acercan a la ciudad. Aircoach permite reservar el pasaje con anterioridad por un precio de €5 si se compra ida y vuelta y salen desde fuera del aeropuerto cada 20 o 30 minutos (o cada hora durante la madrugada).

Otra opción es Airlink Express, que además de servicios desde el aeropuerto ofrece tours en la ciudad y alrededores.

Una vez allá, olvidate del transporte público, dificilmente lo necesites; Dublin es una ciudad chica y se deja recorrer a pie tranquilamente.

Visitas imprescindibles:

Choques religiosos:

Saint Patrick`s Cathedral y Christchurch Cathedral:

Dublin está lleno de leyendas de veracidad dudosa; y así como está llena de historias también está llena de paradojas. Una de las mas grandes es que tanto la Catedral de San Patricio, Catedral de Irlanda, y la Cristchurch Cathedral (o Catedral de la Santísima Trinidad), Catedral de Dublín son ambas de culto protestante o anglicano, en directa oposición al culto nacional Irlandés que es Cristiano.

De esta manera, los templos son evidencia en el presente del pasado del país, de su historia y de las fricciones con el país vecino: Inglaterra. Aunque ya bastante históricas son las Catedrales en sí, también es histórica la rivalidad entre ambas. St Patrick’s Cathedral es la más grande (no solo de la capital, sino también de toda la isla), pero Christchurch Cathedral es la más antigua. St. Patrick’s recibe delegados de todas las diosesis de Irlanda, pero en Christchurch Cathedral está la sede del Arzobispado de Dublín. Una dice estar construida en el mismo lugar en donde el patrono de la ciudad realizaba los bautismos, la otra posee la cripta más grande de las Islas Británicas y una de las más antiguas de Europa. Sin embargo, entre tantas diferencias también pueden encontrarse aquellas cosas que los templos tienen en común, como por ejemplo que ambos fueron restaurados gracias a la ayuda de grandes fabricantes de bebidas alcohólicas: Benjamin Guinness (es fácil imaginarse cuál era la bebida de fabricaba) donó dinero a la conservación de la Catedral de San Patricio en 1860 mientras que la Christchurch Cathedral recibió donaciones de la familia propietaria de la destilería de whisky Jameson.

Se encuentran a poca distancia una de otra, así que no es un problema visitarlas a ambas.

La Catedral de San Patricio abre de 9:30 a 17:00 de lunes a viernes, los sábados de 9 a 18 hs. (excepto entre noviembre y febrero que cierra a las 17 hs.) y los domingos de 9 a 10:30, de 12:30 a 14:30 y de 16:30 a 18 (excepto entre noviembre y febrero que cierra a las 14:30). El valor general de la entrada es de €6, con descuentos para familias y grupos.

Además de visitar un lugar sagrado, también podes conocer la tumba de uno de los más grandes escritores irlandeses: Jonathan Swift, creador de «Los viajes de Gulliver» quien fue deán de la catedral. Podes comprar entradas anticipadas leer más sobre la catedral acá.

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Catedral de San Patricio

Ingresar a Christchurch Cathedral tiene el mismo valor que la anterior, aunque ofrece muchos más descuentos y combinaciones de entradas (a las criptas, museo, etc.) pero los horarios varían mucho más a lo largo del año, por lo que es recomendable confirmar aquí toda la información.

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La despampanante Chirstchurch

Los atractivos de esta Iglesia son innumerables y van más allá de su belleza artística. En primer lugar, está construida sobre el asentamiento Vikingo, en lo alto de la ciudad. El sitio, uno de los más grandes alguna vez encontrados, fue hallado durante la construcción de un edificio público frente a la catedral. Lamentablemente el ayuntamiento sólo dio 6 meses para realizar el trabajo arqueológico, sin tener en cuenta que este tipo de labores puede llevar años. Protestas mediante, no se dio ningún paso atrás en la decisión y se continuó con la construcción a pesar de que no se habían podido extraer numerosísimos elementos de gran valor. Según dicen los irlandeses, un poco arrepentido luego el ayuntamiento mandó a colocar placas por varios lugares en el suelo de la ciudad y una especie de dibujo representativo de la distribución de las casas vikingas encontradas, que podrás ver en la parte trasera de la catedral (aunque ve tú a descifrar que representa ese dibujo o esas placas sin alguien allí que te lo explique).

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Parte trasera de la catedral

Pero las marcas históricas que lleva Christchurch Cathedral no terminan ahí. En este mismo lugar fue coronado Eduardo VI, Rey de Inglaterra e Irlanda, hijo de Enrique VIII (el rey de las 6 esposas). Si viste la serie «The Tudors» todo eso te va a sonar. Además la serie fue filmada en gran parte en esta misma catedral, por eso en el interior pueden verse parte de los vestuarios que donó el elenco. Al ser de una religión diferente a la oficial del país, la iglesia no recibe ningún subsidio o ayuda, por eso es común que alquile el lugar para grabaciones como esas y fiestas, no solo casamientos o comuniones…cumpleaños, despedidas de solteros, recibidas.

Pero además hay algo que no vas a ver en ningún otro lugar del mundo. Porque los irlandeses le dan un toque increíble a todo, en la catedral se conservan las momias de los Tom y Jerry más antiguos del mundo. Que sí, que eso no es un cuento. Hace mucho tiempo ya, se decidió desarmar el órgano porque no sonaba del todo bien, y al parecer en uno de los tubos quedó atrapado un ratón. Lo mejor es que este ratón estaba siendo perseguido por un gato que también calló en el interior del órgano, y como ya no pudieron moverse, quedaron petrificados en plena persecución.

St. Audoens´s Cathedral:

Una de las iglesias más antiguas de la ciudad, construida alrededor del 1200. Esta sí, de culto católico (aunque su parte más antigua y grande es de culto protestante). Estar allí te trasporta directamente a otra época, las paredes grises, el suelo gastado, el parque, algunas tumbas selladas desde hace tanto años que vaya uno a imaginarse qué les quedará dentro.

St. Audoen puede visitarse todos los días entre las 9:30 y las 17 horas.

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Es pasar por la puerta y viajar 800 años en el tiempo

El culto a los bares:

A los irlandeses les gusta beber, eso no es novedad. Tanto es así que hay una parte del centro dedicada a los bares, además de dos enormes fábricas de bebidas alcohólicas en tan pequeña ciudad.

Temple Bar:

A Temple Bar dedicale la noche, que no importa si vas en invierno o verano, la noche no tardará en llegar. Esta es la zona de bares, uno junto al otro pero con una variedad increíble.

Muchos asocian el nombre de la zona a un famoso bar llamado «Temple Bar». La realidad es que el bar fue nombrado luego que el lugar y de ahí obtuvo su fama; tampoco tiene nada que ver con la cantidad de bares del lugar, de hecho la zona lleva ese nombre antes de adquirir el ambiente que tiene ahora, incluso cuando iban a convertirlo en una estación de autobuses. Temple Bar se refiere, en Irlandés, a «el camino de Temple». Temple era un terrateniente que poseía una casa cruzando esa zona y que, luego de cruzar el río y bajar de su barca, se dirigía a ella por un camino (Barr) que atravesaba lo que ahora conocemos como Temple Bar.

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The Temple Bar en Temple Bar

Generalmente esta es la parte más cara de ciudad para comer y beber, pero vale la pena sentarse a escuchar música tomando una pinta por ahí. Por supuesto que el lugar más turístico es el bar que lleva el nombre del lugar, y por supuesto siempre está lleno de gente y probablemente un vaso de cerveza te salga el doble que en otros lados. Yo preferí una opción un poco diferente: el bar Oliver St John Gogarty, en donde, además de ser bastante más espacioso y un poco más barato, todas las noches se puede escuchar música típica irlandesa. ¡Una fiesta!.

Guinnes Storehouse y Old Jameson Distillery:

La destilería de whisky se encontraba cerrada por reparaciones cuando estuve en Dublín, por lo que, con mucho entusiasmo decidí conocer la fábrica de Guinness que a tantos visitantes había visto que atraía (literalmente, las cuadras antes de llegar a la entrada parecían una procesión) y vaya desilusión que me llevé.

Guinness Storehouse es un edificio de 7 plantas dedicado a la historia de la cerveza Guinnes. Me pareció un imprescindible de la ciudad, uno de los lugares más visitados y famosos de Dublín y eso me llevó a querer visitarlo, pero admito que no soy para nada amante de la cerveza y que es probable que para disfrutar la experiencia deba gustarte aunque sea un poco; de todas formas son varias las cosas que le restan puntos: en primer lugar el precio de la entrada es bastante elevado, €20 por persona (con descuentos para estudiantes, grupos, menores de 10 años y ciudadanos mayores) y no incluye audioguía, que debe comprarse aparte (y que difícilmente puedas escuchar sin auriculares y con el sonido de las pantallas en la fabrica). La relación calidad – precio desaparece cuando tenes que hacer una hora de cola para comprar la entrada (y nadie te avisa que con tarjeta se puede comprar en el mismo momento pero en un minuto) y cuando, ya habiendo ingresado más de una vez hay que esperar detenido a que la enorme masa de gente se mueva para seguir avanzando por las instalaciones; la cantidad de gente realmente es agobiante.

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Demasiada incomodidad para una entrada de 20 Euros.

Además, de las 7 plantas una está dedicada a un bar en la parte más alta (Gravity Bar), rodeado completamente por ventanas que permiten vistas a todas la ciudad y donde podes tomar una pinta gratis, una experiencia que sería muy linda si las ventanas no estuviesen constantemente tapadas de gente, otra planta está destinada a bares y restaurantes y otra a la tienda de Guinness, por lo que de 7 plantas solo quedan 4 dedicadas a la historia de la cerveza. También podes aprender a degustar una (mini) pinta o aprender a tirar cerveza, siempre y cuando hagas cola nuevamente unos 15 minutos para cada cosa. Ah, y si usaste tu entrada para aprender a tirar una pinta ya no podrás tomarte la cerveza gratis en el Gravity Bar.

En fin, no digo que no sea una visita recomendable pero sí que adecuen sus expectativas a lo que realmente ofrece, que en lo posible compres las entradas con anticipación y que no confundas el horario: suele pensarse que cierra a las 17, pero en realidad a esa hora es la última admisión, queda abierto mucho más tiempo para que puedas conocerlo tranquilo una vez que hayas entrado. Si tuviese la ocasión de volver (y quizá esta sea una buena excusa) preferiría visitar la destilería.

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Algunas cosas valen la pena

Si algo bueno tiene Dublín son sus museos:

Es que, además de ser fantásticos son en su mayoría gratuitos y suelen quedar muy cerca entre ellos. Visitar aunque sea uno de ellos es casi obligatorio…eso sí, será difícil la elección si hay que dejar alguno afuera.

Biblioteca Chester Beatty:

Lleva el nombre de biblioteca, pero es más que nada un museo. Y un museo como nunca viste otro. Sir Alfred Chester Beatty era un gran coleccionista, y en este lugar se reúnen objetos que ha coleccionado a lo largo de su vida. Las elecciones de las piezas, el buen gusto y la cantidad de artículos que llegó a poseer te dejan con la boca abierta. Desde libros orientales de todo tipo, hasta papiros originales egipcios pasando por prendas de vestir, puertas, muebles, estampillas…

La colección de verdaderos tesoros de la biblioteca que Sir Alfred había creado en Irlanda fue legada luego de su muerte al beneficio público. Por eso la entrada es gratuita.

Además sobre las salas de exposiciones se halla un jardín terraza, con vistas al patio del Castillo. Este es el lugar desde donde mejor podrás admirar el dibujo de origen celta de varias serpientes enredadas sobre el suelo del patio.

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Las vistas desde la terraza

Podes enterarte un poco de más de sus exposiciones o conocer los horarios de apertura aquí.

Museo Nacional de Irlanda:

Todo aquello que logró rescatarse del asentamiento Vikingo se encuentra hoy expuesto en el Museo Nacional; espadas y armas de todo tipo, ropa, maquetas de los asentamientos y monedas entre otras cosas. También tiene colecciones egipcias, y de la prehistoria e historia media de Irlanda.

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Dublinia:

Más que un museo, Dublinia es una viaje al pasado, una experiencia histórica. Permite ver la ciudad desde otra perspectiva: muestra la vida en la Dublín vikinga y la Dublín medieval: como eran las casas y su gente. Subite a un barco, disfrazate, entra en sus hogares.

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Dublinia y Christchurch, unidas

La historia en las piedras:

Castillo de Dublín:

El Castillo de Dublín poco parece los castillos que solemos tener en mente. Modesto, pequeño, sin grandes jardines, con una sola torre que fue la única sobreviviente a un incendio y en parte, pintado de colores. Fue la sede del gobierno británico hasta el nacimiento del Estado libre irlandés.

Frente a él podrás ver un muro que puede ser confundido con una parte del castillo, pero que en realidad no es propiamente una parte de él. Es llamado comúnmente «Muro de la vergüenza» ya que una de las estancias de la reina Victoria I de Inglaterra coincidió con la gran hambruna irlandesa en la que murieron millones de personas por la pérdida de la cosecha de papas. Desde su habitación la reina tenía vistas a la ciudad, pero en la ciudad en aquel momento no se veía más que gente hambrienta en la calle. Preocupada por esta situación, la soberana mandó a construir el muro al final del jardín para no ser corrompida por aquellas terribles vistas. Dio así la espalda al pueblo y dejó morir a miles de hambre, una deuda por la que aún Inglaterra siente el deber de disculparse.

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El muro de la vergüenza

Hoy en día no es solo una atracción turística sino que también es usado como centro de conferencias, reuniones y sede para visitas internacionales.

En el patio interior al castillo suelen estar colocadas en sus mástiles las banderas de todos los países europeos. En primer lugar por supuesto, se coloca la enseña irlandesa…si prestaste un poco de atención a la historia de la isla podes adivinar cuál colocan última. Sí, la de Inglaterra.

Trinity College:

Es la Universidad más antigua de Irlanda. Fue enviada a construir por Elizabeth I, hija de Ana Bolena. Para ello fue necesario tirar abajo un monasterio que se hallaba en el mismo sitio. Por supuesto los irlandeses también se han inventado historias sobre este lugar, como por ejemplo la desgracia que ha caído sobre ella como consecuencia del derribo del monasterio que hará reprobar a todo aquel que pase por debajo del campanario antes de un examen. Y si, igualmente algún valiente se atreve y suenan las campanas justo cuando esá pasando, ya puede ir abandonando la carrera.

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Pobres ilusos los que están parados ahí abajo. También dicen que quien se trepa y logra tocar la campana se puede proclamar rector; pero que el rector de turno puede defenderse disparando una ballesta desde su oficina en el edificio frente al campanario. Muero de curiosidad por saber si el rector guardará o no una ballesta…solo por las dudas

Trinity College es un predio enorme, pero lo más visitado suele ser la biblioteca de la universidad. Allí se halla el «Libro de Kells», famoso por la belleza de sus ilustraciones y sus incrustaciones de piedras preciosas. Podes ver horarios de apertura y precios en su página web o intentando hacerte amigo de algunos de los estudiantes y así entrar gratis.

También afirman tener el arpa de Brian Boru, una de las figuras históricas más importantes de Irlanda por ser quien unió a todas las comunidades celtas para intentar exitosamente la expulsión de los vikingos de la isla. Según cuentan las leyendas irlandesas, Boru tocaba el arpa antes de los enfrentamientos.

Pero la veracidad del arpa también es una leyenda, se ha comprobado que es mucho más reciente a la época en la que vivió el guerrero. Pero como he escuchado decir por ahí…un poco de verdad no estropea una bonita historia.

Kilmainham Gaol:

Lamentablemente no tuve oportunidad de visitar Kilmainham Gaol, pero dejar algunos lugares sin conocer también tiene su lado bueno, me gusta pensarlos como una excusa para volver (y dejar de nuevo otro lugar sin conocer).

Es una cárcel hoy convertida en museo que tiene para Irlanda una incalculable importancia histórica ya que allí fueron apresados y en ocasiones ejecutados muchos de los líderes de la revuelta por la independencia irlandesa.

Callejeo:

Porque después de todo, después de entrar y salir de cuento museo, iglesia, parque se nos cruza en el camino, no hay nada como patear las calles de las ciudad y mezclarse entre los locales (aunque en estas calles locales y turistas quedan cabeza a cabeza).

O’Conell Street:

Es la principal calle de Dublín, su parte más céntrica que para sorpresa queda en el lado norte de la ciudad.

Sobre esta calle se encuentra el edificio de la Oficina Central de Correos, que fue tomada en 1916 por los líderes de la revolución irlandesa y en donde resistieron los ataques de las fuerzas británicas hasta terminar rindiéndose 6 días después y dejando el edificio prácticamente en ruinas.

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Oficina Central de Correos

En el boulevard central solía encontrarse antaño una estatua del comandante Nelson, réplica de la que se encuentra en el centro de la plaza Trafalgar en Londres. Un comando del grupo IRA derribó este símbolo inglés en 1966. Posteriormente se abrió un concurso para crear el monumento que reemplazaría al destruido.

Para descontento de los habitantes de la isla el ganador fue un proyecto inglés de dudosa belleza llamado The Spire (o Monumento a la Luz). Aunque puede ser consuelo que el monumento lleva el título del más alto del mundo.

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Imposible ver hasta donde llega

Por la noche la alta punta de la aguja se enciende y entre el nublado cielo de esas latitudes no parece más que un simulacro de estrella. ¿Conocerán los irlandeses las estrellas?

Unida a O’ Connel St. por el monumento, también puede caminarse por Henry St., un breve paseo entre negocios y restaurantes.

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Henry St.

Grafton Street:

Cuando el frío irlandés y cansancio te obliguen a entrar a algún bar a tomar un café, en Grafton St. estás en el lugar indicado. También estás en el lugar indicado si queres comprar recuerdos, entrar a una enorme tienda de Disney o pasar un buen rato en algunos de los shoppings. Estas en una arteria principales de Dublín, una de sus calles más movidas y con más vida de la ciudad.

Si estás paseando por la zona de día, es casi obligatorio que entres a conocer el parque St. Stephen’s Green; en mi opinión unas de los lugares más bellos de la ciudad.

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El estanque de St. Stephen’s Park

Barrio Gregoriano y las puertas de colores:

Entre St. Stephen’s Green y Merrion Square, en especial sobre Merrion St. se encuentra una pintoresca zona de la ciudad que se caracteriza por tener las puertas de las casas de variados colores.

Se desconoce el motivo de esta tradición, pero ante falta de certezas, siempre pueden crearse historias; una de ellas es que comenzaron a pintarse en rebeldía frente al luto de la muerte de uno de los miembros de la monarquía inglesa. Otra, un poco más cuestionable es que un bebedor un poco confundido entró a su casa y encontró a su esposa con otro hombre en la cama; preso de la ira los mató a ambos. Al otro día, arrepentido por el crimen, notó que había entrado en la casa equivocada y había matado a sus vecinos. Como medida precautoria, las mujeres pintaron todas las puertas de un color diferente para evitar que vuelva a pasar. En fin, crease o no, cualquiera de las dos pueden ser historias verdaderas.

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No es precisamente Marrion St., pero así son las vistas

Ha’penny Bridge:

Entre los más de 20 puentes que cruzan el río Liffey en Dublín, probablemente este sea el más bello y el más famoso. Construido por la misma empresa que fabricó el Titanic (no voy a negar que tuve miedo al cruzarlo) fue mandado a hacer por el Duque de Wellington ante la falta de puentes peatonales en la ciudad. Fue nombrado Wellington Bridge en honor al duque, que generosamente pagó la construcción con dinero de su propio bolsillo. Sin embargo, en la actualidad es conocido como Ha’penny haciendo referencia al medio penique que se cobraba por cada par de pies que lo atravesaban (y que luego ascendió a un penique). Dicen las creativas lenguas irlandesas que los hombres cruzaban con sus mujeres e hijos a hombros para solo pagar por dos pies, y que esa es la razón por la que se colocaron los arcos.

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Visita Ha’penny ahora que es gratis!